¿Te has dado cuenta
del inexorable paso del tiempo?
¿Has
notado que cada
día que pasa vamos
acumulando una serie
de eventos y detalles
que nos indican
claramente que el tiempo no deja de hacer su trabajo?
¡Cómo se va el tiempo..!
¡Que rápido se va el tiempo!
Todo parece tan rápido..
El día de hoy quiero
compartirles algo que para mí ha sido una experiencia muy grata.
Ayer era sólo un anhelo, una
ilusión que tardaría tan sólo unos cuantos meses en realizarse, y así fue. El
nacimiento de mi hijo un 25 de Agosto de 1989.
Parece que fue ayer cuando
un 25 de Agosto de 1989 yo llegaba a Morelia proveniente de la ciudad de
Cuernavaca, Morelos, a las 00:35 hrs. y me avisaron que estaba por nacer mi
primer hijo en el Hospital. Aún recuerdo que ayer apenas era un bebé que
comenzaba a balbucear algunos sonidos y empezaba a caminar.
Si, también parece que fue
ayer cuando lo llevaba al kínder a recibir sus primeras lecciones y a iniciar
su desarrollo. Era todo una aventura el
descubrir junto a él, cada paso que daba, cada pintura que realizaba, cada
momento de disfrutar de una mañana mojándonos al chorro de la manguera de agua
o jugando con sus juguetes preferidos.
Y parece que fue ayer, su
primer día en la Primaria, o la Secundaria. Por supuesto que recuerdo sus
momentos de escuela preparatoria o su ingreso a la facultad de Medicina.
Todo esto pasó ayer! Se los
juro!
Pues resulta que este 25 de
Agosto de 2013 festejamos el cumpleaños número 24 de mi hijo. Cualquiera que lea estas líneas podrá pensar
los pocos años que ha vivido mi hijo y tal vez, los muchos que pueda tener yo,
jajajaa, pero este festejo ocupó un breve espacio de mi vida para reflexionar
sobre el inexorable paso del tiempo y las imágenes que guardo de su paso.
Tal vez, para muchos de
nosotros, hay momentos en nuestra vida que quisiéramos que sucedieran de la
forma más rápida posible, pues nos causan trabajo, dolor o incomodidad; por
ejemplo, cuando estamos estudiando alguna carrera y quisiéramos que pronto
transcurriera; o cuando tenemos alguna enfermedad que requiere tiempo para
sanar, anhelamos que pasara el tiempo volando, para estar bien. Cuántos jóvenes desean ser adultos para
“gozar” de las actividades que realizamos los adultos.
Por el contrario, si pasamos
por algún momento en que nos sentimos plenos, felices o nos estamos
divirtiendo, algunas vacaciones que estamos disfrutando, un viaje que estamos
haciendo o que nos encontramos trabajando en un proyecto que queremos, deseamos
que el tiempo transcurriera taaaaan lento como fuera posible. Cuántas personas
adultas, quisiéramos que el tiempo ya no caminara para no perder esa juventud
que a veces añoramos.
Pero, te has preguntado, si el tiempo que has
vivido, ¿realmente lo has aprovechado en todo eso que siempre has anhelado?
No intento recordarte el
tema de las ilusiones, pues seguramente no faltará nuevamente esa persona, ese
amigo o amiga, que vuelva a decirte que dejes de creer en duendes, pero hay un
elemento que no depende de absolutamente nada!
¡NADA! como lo estás leyendo. Y
es el TIEMPO.
El Tiempo, tal como lo
conocemos hasta nuestros días, y mientras no cambie radicalmente el paradigma
mental de los seres humanos, no depende absolutamente de nada. No existe
máquina alguna, o medicina alguna, o tratamiento alguno que hasta el momento
que se conozca, capaz de detener el tiempo. Es cierto que hay registros
impactantes de personas que han llegado a vivir más de cien años, mas sin
embargo sus condiciones físicas y/o mentales denotan la imagen de un ser humano
que lleva las huellas del paso del tiempo.
Parece un tema muy obvio,
decir que el tiempo no se detiene, pero al ser tan obvio, creo que olvidamos
que día a día vamos siendo parte de una historia que no regresa, de una
historia que no se puede editar o reescribir como lo hemos ido aprendiendo en
esta nueva era de la tecnología.
Entonces, si fuéramos lo
suficientemente conscientes de que el tiempo no regresa, ¿no sería lógico que
debiéramos aprovechar cada minuto, hora, de nuestro día haciendo lo que
deseamos que suceda?
Pareciera un crucigrama,
pero creo que no lo es del todo, pues las cosas sencillas, las que nos dejan
satisfacciones en nuestra vida, bien valen la pena el “tiempo invertido”,
aunque mejor dicho sería “el tiempo pasado”, pues de cualquier manera, de no
haber hecho lo que hicimos, el tiempo de cualquier manera hubiera transcurrido.
Así que deberíamos vivir
bajo el supuesto real de que el tiempo de cualquier forma pasará, y deberíamos
estar preparados para obtener, en el paso del tiempo, los beneficios de nuestro
trabajo en esos proyectos, esos sueños que tanto hemos soñado y que postergamos
por múltiples razones para “un tiempo después” que no regresará…
No vivamos añorando el
tiempo que pasó, pues no es posible regresar al pasado; tampoco creo que sea
posible vivir añorando un mañana que aún no llega, pues el tiempo tampoco es un
“cheque al portador” para cobrarlo después.
Vivamos nuestro tiempo, es
lo único que tenemos, pues ese SI existe, y está transcurriendo.
La reflexión de hoy:
..recuerda los momentos de
tu pasado, sueña en los momentos que quieres para tu futuro y aprovecha tu
tiempo presente para realizarte hoy y siempre..
que gusto leerte amgio, y si, el tiempo, la vida, se pasa tan rápido, que en verdad es como "cronos devorando a sus hijos". Un gran abrazo ahora desde Cuernavaca. saludos
ResponderBorrarAntonio Cadena
Toñísimo! que gusto leer tu comentario. Definitivamente, ahora creo que el tiempo no puede contra algo muy sublime: el recuerdo de una buena amistad. Gracias amigo.
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