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domingo, 25 de agosto de 2013

Que padre! Es día del padre.



¡Que padre!, es día del Padre, es una reflexión sobre la importancia que tiene no sólo el festejo de una fecha conmemorativa, sino también reconocer lo esencial de ser padre por la llegada de un nuevo ser a este mundo.



Este fin de semana se conmemoró un día muy especial: el día del Padre.

Y en este tema, navegando por infinidad de páginas de internet, tratando de construir un significado social, me encontré con información muy interesante que quiero compartirles.

En la definición de la Enciclopedia de contenido libre, Wikipedia, se hace referencia a la celebración del día del padre como: “El día del padre o día de los padres es un día conmemorativo en el cual se celebra al padre de familia con la intención de honrar la paternidad y la influencia del hombre en la vida de sus hijos. Complementa al Día de la Madre y el Día del Niño, que honran a las madres y a los niños.

En las páginas de internet de yahoo respuestas, encontré también este antecedente histórico que da origen en muchos países latinos a la celebración del día del padre:

HISTORIA DEL DIA DEL PADRE.

Se debe a la señora Sonora Dodd la idea de celebrar el Día del Padre. En 1909 ella hizo esta propuesta, ya que deseaba que existiera un día especial que honrara a su padre, William Dodd, veterano de la guerra civil estadounidense que enviudó al fallecer su esposa mientras daba luz a su sexto hijo. Solo y sin apoyo, asumió la tarea de criar y educar a sus seis hijos en una granja al este del estado de Washington.

Ya adulta, Sonora vio en su padre un hombre valeroso, cariñoso y desinteresado, que había realizado todo tipo de sacrificios para sacar adelante a su familia. Debido a que su padre había nacido en junio, Sonora escogió el 19 de junio de 1910 como fecha para celebrar el Día del Padre en honor al suyo.

En 1924 el presidente Calvin Coolidge apoyó la idea y convirtió el Día del Padre en una celebración nacional. Finalmente en 1966, el Presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación presidencial que declaraba el tercer domingo de junio como Día del Padre.

Con esta y mucha más información que encontré en la gran Red, llegó a mi mente no sólo la imagen de mi padre ya fallecido hace algunos meses, sino de su actuar, de sus formas de ser, de mis abuelos, tíos y de muchos hombres que formamos parte de esta celebración.

Más sin embargo, surgió también en el fondo de mucha de esta información vertida, el tema central de esta Reflexión que me pareció importante compartir con todos ustedes: la paternidad responsable.

El hecho de convertirnos en Padres, de manera voluntaria o involuntaria, junto a una mujer, quizá sea uno de los procesos naturales de los más sencillos en este mundo, pero llevar a cabo un proceso de paternidad responsable, implica muchos otros factores para los que hay que estar preparados.

En la actualidad, en la rapidez en que vivimos, en los valores y tradiciones culturales de cada familia, el famoso “machismo”, en la información o desinformación en que nos vemos envueltos día a día, pareciera que hablar de paternidad responsable, sería tan controversial como intentar construir un “modelo de padre” como si fuera un traje a la medida de cada quien en relación a su núcleo social, familiar o de religión.

¿Cómo saber si como padres hemos cumplido con esa responsabilidad? ¿Cómo poder evaluar nuestro actuar ante tan alta responsabilidad de guiar, impulsar, cuidar y acompañar el proceso de formación, crecimiento y educación formal o complementaria de nuestros hijos?

Quizá no exista proceso alguno aceptado que pueda medir nuestro actuar como padres; quizá no exista persona alguna a quien le aceptemos o permitamos que nos pueda decir lo bien o mal que hemos actuado; y como en muchos de los casos, quizá sólo el tiempo nos regrese los resultados de nuestro actuar para con nuestros hijos.

Incluso, cuántos de nosotros conocemos historias familiares de que si al hijo o hija le “va bien en la vida”, es porque “lo sacó de su padre”, porque de no ser así, y “les va mal”, la culpa “es de la mamá” o de su familia.

Creo que en este punto, podría compartir una mera conclusión simplista, pero de fondo: ser padre inicia desde el momento de concebir junto con una mujer, la idea de dar vida  a un ser, y termina hasta el último día de nuestra existencia, cuidando, apoyando, e impulsando a ese nuevo ser que necesita de nosotros.

Ese día estaremos muy orgullosos de escuchar de su boca decirnos: Papá.

(Artículo publicado el 07 de Junio de 2013)

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