¿Tuviste un mal día?
¿Sufres del mal de amores?
¿La dieta no te funcionó?
¿Lo que dijiste
sólo era una
broma, nada en serio?
“No pasa nada”, una frase muy utilizada por muchos de nosotros que
vale la pena volver a pensar.
En serio, ¿crees que no pasa nada?
El día de ayer, mientras estaba en la fila de
un cajero del banco, escuchaba con atención la plática de dos jóvenes que
hacían un plan para irse a la playa con unas amigas. Uno de ellos le decía al
otro que le pidiera el carro a su papá para ir a Uruapan a la casa de un amigo
y que ya así, se irían hasta Ixtapa, al cabo no se iban a enterar del plan. El
otro joven pensativo, como que no le caía la idea de decir una mentira,
argumentaba que su papá seguramente se daría cuenta, por el kilometraje del
auto. ¡No pasa nada!, le decía el “amigo” (perdón por las comillas), tratándolo
de convencer. Pasé al cajero y saliendo no supe cuál fue la decisión final,
pero, me fui recordando tantas y tantas historias personales que han pasado por
mi vida, bajo esta frase tan célebre: ¡No pasa nada!.
Recordé una historia, de la graduación de mi
generación en el Tecnológico de Morelia, en que a dos días antes de la
ceremonia oficial, nos reunimos los compañeros a celebrar en la casa de uno de
ellos la despedida. Había mucha alegría, historias de todo tipo, de nuestros
maestros, de nuestras aventuras y por supuesto, mucho vino, pues ya éramos
todos unos adultos egresados. Uno de los compañeros que ya había tomado un poco
más de la cuenta, comentaba que tenía que irse, lo esperaban en su casa pues
traía el carro de su mamá y recuerdo que le decían, “no, ni madres!, tómate
otra, no pasa nada!” Recuerdo que aunque algunos de los presentes nos
dábamos cuenta de su preocupación, seguíamos “la corriente” y nos manteníamos
en la fiesta. Finalmente el compañero salió una o dos cubas después con toda
prisa. Nunca llegó a su casa. Al día siguiente nos enteramos que falleció en un
accidente automovilístico por el exceso de velocidad y el estado de ebriedad
con que conducía.
En verdad, ¿Crees que no pasa nada?
“¿Tuviste un mal
día? ¿Sufres de mal de amores? ¿No te funcionó la dieta? ¿Lo que dije era sólo
una broma, nada en serio? ¡Relájate! ¡No pasa nada! Mira, tu diviértete
mientras puedas, yo conozco a Fulanito o Sutanita que se la viven bien a todo
dar, van a donde quieren, hacen lo que quieren, andan con quien quieren, llegan
a la hora que quieren, dicen lo que se les pega en gana y no se preocupan
por nada”.
¿Cuántas veces has escuchado algo de esto? Lo
que no se dice, o muchas veces ni cuenta nos damos, es que en el irremediable
paso del tiempo, algunos años quizá, Fulanito y Sutanita acabaron en una
situación triste o difícil, con muchos problemas, familias destrozadas o
juicios tormentosos. Entonces decimos, ¿pues no que no pasa nada?
Algo que deberíamos de aprender es que en
esta vida no existen los “atajos”. Rige la Ley de la Cosecha: siempre
recogemos lo que sembramos, ni más ni menos. Lo que hacemos o decimos hoy,
es lo que recogemos mañana. Por lo tanto, ante cualquier situación en la que
decimos o hacemos algo pensando en que “no pasa nada” es evadir momentáneamente
una responsabilidad que seguramente nos traerá consecuencias.
¡Sí, si pasa! Algo siempre pasa! cuando, sin
pensar en nuestra responsabilidad, “jugamos a la ruleta rusa” y tomamos
decisiones que nos parecen las más atrevidas, excitantes, las más atractivas
para explorar lo que se siente si hacemos algo, o nos atrevemos a tomar algo, o
a disfrutar de algo. Incluso, nos llenan de mensajes de que “el mundo es de
los atrevidos” pensando que “los atrevidos” son seres humanos que controlan
el mundo de las aventuras, inconscientes de la responsabilidad de sus actos y
esto es un error grave.
A pesar de que llegar a la cima del monte
Everest sin un tanque de oxígeno nos puede parecer una locura, “las personas
atrevidas” que lo han intentado, han llevado todo un proceso de
entrenamiento, alimentación y de preparación para tal, correctamente dicho,
proeza, pues tienen un sueño que cumplir y se preparan para ello. Eso los distingue
de los “atrevidos inconscientes” que solemos ser muchos de nosotros al no
prepararnos ni calcular las consecuencias de “un atrevimiento” que no forma
parte de nuestros objetivos ni sueños en la vida y que luego las consecuencias
puedan derivar en alcoholismo, drogadicción, embarazos no planeados,
desintegración familiar, pérdida de amistades o lo que es peor, a perder la
confianza de las personas cercanas.
¿Pero qué crees? ¡Tranquilo, tranquila, no
pasa nada! tiene una forma positiva.
Si por la razón que quieras, de las muchas
que se nos presentan a diario, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en
nuestras relaciones, con quienes más queremos, reconocemos que llegamos a cometer
un error, una falta involuntaria a nuestro deseo, o que la vida nos
presenta un reto complejo de resolver, tenemos una capacidad interna que
nos permite solucionar esos problemas.
Debemos aprender a evaluar la intensidad de
nuestros sentimientos y emociones, a manifestarlos y controlarlos
progresivamente para no caer en actos desesperados o caóticos. Debemos aprender
a reconocer la adversidad de las circunstancias que nos rodean, por el motivo
que sea, y pensar: “tranquilo, no pasa nada” y actuar conscientemente para
resolver dicha adversidad, pidiendo la ayuda de quien nos pueda apoyar,
pidiendo el perdón de a quien lastimamos,
y/o estableciendo estrategias de solución por difíciles o dolorosas que
sean, pero nunca, nunca pensar: “tranquilo, no pasa nada” y nos “valga madre”
(perdón) no haciendo nada para resolver la adversidad y por ende, sufrir por
mucho tiempo las consecuencias.
No quisiera parecer que
cuestiono los designios de Dios, pero tal vez:
"..si hace algunos años hubiera
tenido un poco de la conciencia que ahora tengo sobre esto, por las mismas
experiencias y las consecuencias que me ha tocado vivir, quizá mi compañero de generación
hubiera tenido una oportunidad más de seguir vivo.. quizá no hubiera lastimado
a las personas a quien he lastimado.."
(Artículo publicado el 22 de Julio del 2013)
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