La vocación es considerada
como un proceso que se desarrolla durante toda la vida, ya que se construye de forma permanente.
Implica descubrir quién soy, cómo soy y hacia dónde quiero ir.
Las respuestas a esas
interrogantes marcarán el camino a seguir.
Esta mañana, mientras hacía
unas compras, escuché a dos personas que platicaban en el mostrador de la
tienda de abarrotes. Una de ellas, una mujer joven de no más de 24 años, con
dos niños pequeños jalándole de la ropa, le decía a la dueña de la tienda: -
Si yo
no hubiera tenido que casarme, me
hubiera encantado estudiar para maestra -. La dueña, una mujer de
alrededor de 40 años, casi en el mismo tono, le contestaba: - Pues si a mí me hubieran apoyado en mi
casa, cuando chica, me hubiera gustado mucho estudiar para enfermera, pero
mírame, donde acabé, jajajaja - .
Salí de la tienda con mil
pensamientos que se me venían e iban, de comentarios similares que yo mismo he
realizado en algún tiempo o que he escuchado de otras personas por años.
Recordé pláticas con amistades que decían:
- Yo siempre quise ser
médico, lástima que en mi familia no hubo el apoyo para que yo estudiara -.
- Pues yo hubiera sido un gran futbolista si
mis papás me hubieran apoyado, pero siempre me dijeron que primero terminara
una carrera profesional y ya después hiciera lo que se me viniera en gana -.
- A mí me encantaba la
música, pero mi familia me dijo que de tocar el piano me iba a morir de hambre
-.
¿Te suena algo de esto?
¿Alguna vez han pasado por tu cabeza pensamientos como estos?
Incluso, ¿cuántas personas
conoces que se dicen desgraciadas o infelices por “la vida que les tocó”?
Cuando revisamos nuestras
fotos de cuando éramos pequeños, todos éramos unas promesas. Íbamos a ser el
mejor goleador de
fútbol, o grandes
músicos, o excelentes
médicos, o la
mejor bailarina, o los mejores
escritores.
Empezaron a
pasar los años
y todo aquello
se volvió de
humo, cambiaron las circunstancias, dejamos de escribir, o abandonamos
los estudios, ya no volvimos a tocar esa guitarra o dejamos de bailar.
Ninguno teníamos esa
vocación, o no supieron, nuestros padres, nuestros maestros, potenciarla.
Cuántas personas, buscan la
forma de tener un empleo en el sector educativo, “aunque sea de maestro o maestra”, y no por otra cosa que no sea
un empleo seguro y bien remunerado, pero no por vocación.
No tengo ninguna duda que
con el entrenamiento preciso y la disciplina rígida, podemos realizar cualquier
actividad, pero también estoy convencido de que nunca se podrá superar el no
tener la vocación para realizarlas.
Pareciera que además de las
carencias que existen en nuestras familias para ayudarnos a descubrir nuestros
talentos y potenciarlos, en las escuelas, en los Institutos o Universidades,
dan por hecho que nuestras decisiones, muchas de ellas al azar o por
influencia, son las correctas. ¿Cuántos amigos y amigas conocemos que abandonan
sus estudios por no encontrar lo que pensaron encontrar?, o incluso, al egresar
de alguna Institución educativa, nos damos cuenta que terminamos algo que nunca
nos gustó.
No deberíamos pasarnos el
resto de nuestras vidas echándole la culpa a “la vida” o a las demás personas.
“Con 39 años de edad,
comprendió que de seguir realizando ese trabajo que el azar le había dispuesto
desde los 20 años, acabaría siendo infeliz. Desde niña, siempre tuvo el sueño
de tener una pastelería, y que sus pasteles estuvieran en todas y cada una de
las fiestas de todos los niños del mundo. Con un socio que le apoyó para
iniciar, ahora Celina
tiene una de
las pastelerías más prestigiadas
de la ciudad y en su cocina haciendo pasteles se siente la mujer más creativa y
feliz del mundo”.
Historias como ésta, podemos
encontrar en muchos lugares.
¿Cuál es nuestra vocación?
Buena pregunta. Quizá deberíamos empezar por pensar en esas actividades que nos
hacen sentir felices.
Además de esa “corazonada”
que siempre hemos sentido, en la actualidad existen muchas herramientas que nos
ayudan a descubrir nuestros talentos, nuestras limitaciones, y con estos
indicadores, descubrir esas áreas de oportunidad para lo cual tenemos vocación.
Tal vez la vida de esas
personas que escuché en la tienda de abarrotes este día, no llegue nunca a
cambiar, por las circunstancias, los problemas y/o las limitaciones en que
viven, pero la mía o la tuya, que tenemos esta oportunidad de reflexionar, sea
posible si damos paso a esa vocación que nos quema en nuestro interior.
Mi reflexión de hoy:
Ayúdate, que yo te ayudaré.
(Artículo publicado el 15 de Julio del 2013)
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