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lunes, 26 de agosto de 2013

¿Cuál es tu vocación?

La vocación es considerada como un proceso que se desarrolla durante toda la vida, ya que se construye de forma permanente.
 
Implica descubrir quién soy, cómo soy y hacia dónde quiero ir.
 
Las respuestas a esas interrogantes marcarán el camino a seguir.
 
Esta mañana, mientras hacía unas compras, escuché a dos personas que platicaban en el mostrador de la tienda de abarrotes. Una de ellas, una mujer joven de no más de 24 años, con dos niños pequeños jalándole de la ropa, le decía a la dueña de la tienda:  - Si  yo  no  hubiera tenido que casarme, me hubiera encantado estudiar para maestra -. La dueña, una mujer de alrededor de  40  años, casi en el mismo tono, le contestaba: - Pues si a mí me hubieran apoyado en mi casa, cuando chica, me hubiera gustado mucho estudiar para enfermera, pero mírame, donde acabé, jajajaja - .
 
Salí de la tienda con mil pensamientos que se me venían e iban, de comentarios similares que yo mismo he realizado en algún tiempo o que he escuchado de otras personas por años. Recordé pláticas con amistades que decían:
 
- Yo siempre quise ser médico, lástima que en mi familia no hubo el apoyo para que yo estudiara -.
 
-  Pues yo hubiera sido un gran futbolista si mis papás me hubieran apoyado, pero siempre me dijeron que primero terminara una carrera profesional y ya después hiciera lo que se me viniera en gana -.
 
- A mí me encantaba la música, pero mi familia me dijo que de tocar el piano me iba a morir de hambre -.
   
¿Te suena algo de esto? ¿Alguna vez han pasado por tu cabeza pensamientos como estos?
 
Incluso, ¿cuántas personas conoces que se dicen desgraciadas o infelices por “la vida que les tocó”?
 
Cuando revisamos nuestras fotos de cuando éramos pequeños, todos éramos unas promesas. Íbamos a ser el mejor  goleador  de  fútbol,  o  grandes  músicos,  o  excelentes  médicos,  o  la  mejor  bailarina, o los mejores escritores.
 
Empezaron  a  pasar  los  años  y  todo  aquello  se  volvió  de  humo, cambiaron las circunstancias, dejamos de escribir, o abandonamos los estudios, ya no volvimos a tocar esa guitarra o dejamos de bailar.
 
Ninguno teníamos esa vocación, o no supieron, nuestros padres, nuestros maestros, potenciarla.
 
Cuántas personas, buscan la forma de tener un empleo en el sector educativo, “aunque sea de maestro o maestra”, y no por otra cosa que no sea un empleo seguro y bien remunerado, pero no por vocación.
 
No tengo ninguna duda que con el entrenamiento preciso y la disciplina rígida, podemos realizar cualquier actividad, pero también estoy convencido de que nunca se podrá superar el no tener la vocación para realizarlas.
 
Pareciera que además de las carencias que existen en nuestras familias para ayudarnos a descubrir nuestros talentos y potenciarlos, en las escuelas, en los Institutos o Universidades, dan por hecho que nuestras decisiones, muchas de ellas al azar o por influencia, son las correctas. ¿Cuántos amigos y amigas conocemos que abandonan sus estudios por no encontrar lo que pensaron encontrar?, o incluso, al egresar de alguna Institución educativa, nos damos cuenta que terminamos algo que nunca nos gustó.
 
No deberíamos pasarnos el resto de nuestras vidas echándole la culpa a “la vida” o a las demás personas.
 
“Con 39 años de edad, comprendió que de seguir realizando ese trabajo que el azar le había dispuesto desde los 20 años, acabaría siendo infeliz. Desde niña, siempre tuvo el sueño de tener una pastelería, y que sus pasteles estuvieran en todas y cada una de las fiestas de todos los niños del mundo. Con un socio que le apoyó  para  iniciar,  ahora  Celina  tiene  una  de  las  pastelerías más prestigiadas de la ciudad y en su cocina haciendo pasteles se siente la mujer más creativa y feliz del mundo”.
 
Historias como ésta, podemos encontrar en muchos lugares.
 
¿Cuál es nuestra vocación? Buena pregunta. Quizá deberíamos empezar por pensar en esas actividades que nos hacen sentir felices.
 
Además de esa “corazonada” que siempre hemos sentido, en la actualidad existen muchas herramientas que nos ayudan a descubrir nuestros talentos, nuestras limitaciones, y con estos indicadores, descubrir esas áreas de oportunidad para lo cual tenemos vocación.
 
Tal vez la vida de esas personas que escuché en la tienda de abarrotes este día, no llegue nunca a cambiar, por las circunstancias, los problemas y/o las limitaciones en que viven, pero la mía o la tuya, que tenemos esta oportunidad de reflexionar, sea posible si damos paso a esa vocación que nos quema en nuestro interior.
 
Mi reflexión de hoy:
 
Ayúdate, que yo te ayudaré.
 
 
(Artículo publicado el 15 de Julio del 2013)

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