ThingLink

domingo, 22 de marzo de 2015

...¡A Vivir! ¡A Vivir!...

Este fin de semana asistí acompañado de mi hija a la excelente obra de teatro de Odin Dupeyron, "¡A Vivir!", obra que esta dedicada especialmente a todos los que luchan cada día por ser libres, por ser felices y auténticos y lo más importante, por irse de este mundo mejor de como llegaron.
Por supuesto que durante el trayecto de la obra, existieron muchos momentos en que mi cabeza trataba rápidamente de Reflexionar y "digerir" cada frase en que había un mensaje muy valioso. El personaje que encarna Odin, un hombre llamado Marciano, se encuentra contando su testimonio de vida en el cierre de actividades de un grupo de auto ayuda.
-¡A Vivir!, ¡A Vivir!- Era la frase que la madre de Marciano utilizaba todos los días para levantar de la cama a sus hijos, y les decía que no debían ser como muchas personas, que mueren a los 20 años, pero los entierran hasta los 80.
¿Queeeeeeeeeee? Me pareció impactante el recordar que precisamente, hace más de un año, este espacio de Reflexión-Arte inició bajo el lema de "dedicado especialmente para los "Walking Deads" o Muertos Vivientes, personas que todos los días nos levantamos, nos arreglamos, vamos al trabajo, regresamos a casa, comemos, cenamos y al final del día, no supimos para qué".
Esa noche, después de la obra, Reflexionaba sobre - Qué difícil es tratar de ser libre, ser feliz y auténtico y tratar de irme de este mundo mejor de como llegué-, pues por supuesto que mientras no sea consciente de tantas y tantas ataduras que mis padres me impusieron, las personas a mi alrededor me impusieron y que yo mismo me he impuesto, mientras no sea consciente de que realmente no soy feliz y que no estoy siendo auténtico, tal como soy, pues resulta casi imposible iniciar un proceso de cambio.
Resultado de mi Reflexión sobre lo presenciado en la obra, vinieron a mi mente constantes pensamientos sobre la importancia de los padres, mamá y papá, quienes desde nuestra infancia fueron tejiendo posibilidades o limitaciones en los hijos, para "prepararnos" para esta vida.
-"Tienes que hacer esto o aquello, no te subas, no grites, no corras, pórtate bien, sé buen niño/a, no comas eso, adelgaza, péinate, píntate, arréglate!, etc.-, cuántas y cuántas cosas más, como si los padres fuéramos unos reconocidos escultores que con martillo y cincel, damos forma a una escultura a nuestra imagen y semejanza. 
Jovencitas, diría aún niñas, que a sus poquitos 15 o menos años, la mamá ya les alienta o permite usar pinturas en su rostro, ropa entallada, etc., como preparándolas a que la "sociedad les acepte" como mujercitas guapas y elegantes, pensando "mi hija TIENE QUE ser diferente del resto de las niñas del barrio o de la propia familia. A los 17 ya salen a sus fiestas y reuniones, a donde asisten "todos" los jóvenes. Y la mamá, bien orgullosa.
Los hijos varones, ni se diga, que a muy corta edad hay papás que ya les permiten tomar cerveza en las reuniones familiares o con "amigos", o hasta se hacen de "la vista gorda" con el uso del cigarro, pues "se están haciendo hombrecitos". En el fondo, pensando "ése es mi hijo!, bendito Dios que no salió igual que su madre!".
En las relaciones de pareja, ni hablar. Hijos que a muy temprana edad, ya tienen un romance "serio" de noviazgo pues es lo que "todo mundo hace" y significa que los hijos están madurando.
¿Por qué empecinarnos en tratar de ser iguales o comportarnos igual que los demás, si precisamente los seres humanos SOMOS TODOS IGUALES
¿Por qué no nos resulta evidente, que es precisamente la diferencia entre nosotros, los seres humanos, lo que nos hace a cada uno, un ser AUTÉNTICO?
Entiendo que para poder lograr que los hijos puedan desarrollarse y aprendan a ser libres, a ser felices, a ser auténticos, pues los padres deberíamos enseñarles con el ejemplo.Y ahí está el gran dilema.
En la obra, hay un momento en que surge un problema más entre los padres de Marciano, y es entonces que la mamá con lágrimas en los ojos, toma de la mano al niño y le dice, -"tu papá no es un hombre feliz"- y esa noche abandona su hogar, a su esposo y a sus hijos para nunca más volverlos a ver.
Aprendizajes muy fuertes, pero que enseñan más de lo que parece.
Lástima que en muchas ocasiones, los padres lo entendemos quizá, hasta el día en que llega una tragedia o nos llega la muerte. No TENÍAMOS QUE ser iguales a los demás, no TENÍAMOS QUE comportarnos como los demás, no TENÍAMOS QUE gustarle a alguien más, etc.
Que triste es escuchar a un hombre o a una mujer decir frente al féretro de una persona muerta, "pudimos ser felices".
DEBEMOS hacerle caso a nuestra voz interior, a nuestro corazón. Tratar de ser libres, felices y auténticos. Eso, seguramente nos llevará a morir mejor que como llegamos.


domingo, 15 de marzo de 2015

...y ahora, ¿qué les digo a mis hijos?

"El Estado tiene una enorme responsabilidad en la contención de sus ciudadanos, en la educación, en la falta de oportunidades que todavía persisten, y cuando el Estado no le da oportunidades a sus jóvenes, no les ofrece trabajo ni una educación digna, pues el narco sí lo hace".
Sebastián Marroquín Santos, hijo de Pablo Escobar Gaviria, uno de los Narcotraficantes más conocidos de América Latina.
Y ahora, ¿qué les decimos a nuestros hijos?
Somos padres de dos jóvenes, un varón que está por concluir su formación de médico cirujano y partero, y una joven, que está en el cuarto año en la Facultad de Derecho. Ambos, bajo nuestra responsabilidad siempre cuidadosa de impulsar su desarrollo humano y profesional, honesta y bajo el principio de ayudar siempre a los demás, en la creencia de un mejor país para todos. Al menos así fueron las enseñanzas que recibimos de nuestros padres y abuelos.
La tarea de formar a nuestros hijos como ciudadanos honestos y trabajadores resultó sencilla mientras fueron pequeños, pues aprendían de nuestras enseñanzas y ejemplos, así como de los abuelos, la familia y sus profesores. Los tiempos fueron cambiando, nuestros hijos creciendo y la tarea de educarles ya no ha sido fácil. Tenemos muchos factores en contra. Ante escenarios sociales tan complejos de marchas, plantones, violencia, muertes, desapariciones, grupos de autodefensa y muchos más por muchos años, ha sido muy difícil el tratar de llevar un diálogo con nuestros hijos que conduzca a la razón de que el trabajo, la preparación profesional, la dedicación, la limpieza y la honestidad son algunos elementos que distinguen a los buenos ciudadanos.
"El que paga manda. Y si se equivoca, vuelve a mandar.”
Frase popular utilizada por algunos funcionarios públicos.
Ha sido muy difícil educar en valores luchando todos los días en contra de las vicisitudes personales, las diferencias de pareja y familiares, de las evidentes prácticas de corrupción del sistema social tradicional, de policías corruptos que lo único que hacen es extorsionar a la ciudadanía que lo permite; maestros que piden dinero o servicios sexuales a cambio de una calificación aprobatoria; funcionarios públicos que otorgan espacios laborales de base y prestaciones a familiares y amigos y que desvían recursos públicos para su beneficio propio; de políticos sin una formación profesional que se reparten los espacios políticos y se exhiben con sus familias en los medios de comunicación con fortunas y poder; líderes sindicales que aprovechan su representación y la complacencia de los gobiernos para enriquecerse y repartir espacios laborales al mejor postor o conveniencia; de líderes de grupos de autodefensa al margen de la ley que, incluso, saliendo de la cárcel se les trata como héroes y hasta se les ofrecen puestos políticos; deportistas y actrices mostrando su registro político sin ni siquiera haber sido sometidos a un “examen de confianza”; funcionarios públicos que desaparecen estudiantes, que someten, denigran o dejan sin empleo a personas por el simple hecho de pensar y opinar diferente; maestros que abandonan las aulas y que castigan con reprobación cualquier señalamiento de un estudiante o padre de familia ante las autoridades; jueces y magistrados de la corte impuestos por un poder supremo y que dictan resoluciones a favor del agresor dando una lección a todos los agredidos a cerrar la boca; etc.
"Ya sé que no aplauden.”
Enrique Peña Nieto, Presidente de México.
 Y ahora, ¿qué les decimos a nuestros hijos?
 Ante una sociedad que ha perdido el respeto por sus instituciones, por sus autoridades, por sus Leyes; una sociedad basada en el paradigma de que “el que no tranza, no avanza”; una sociedad clientelar donde lo fundamental es ser familiar o pertenecer a los grupos hegemónicos en el poder o tener nexos políticos con el Directivo, funcionario público, diputado, senador o líder sindical para obtener empleos bien remunerados sin una formación profesional; una sociedad donde se privilegia el glamour y los excesos de poder que otorga la impunidad de la delincuencia organizada; una sociedad donde han desaparecido los perfiles profesionales y la capacidad comprobada para ejercer una profesión o la función pública y la administración de recursos; una sociedad en la que se puede ser narcotraficante, extorsionador, violador, delincuente, Directivo, Gobernador o Presidente corrupto, y no existan o no se apliquen leyes que te castiguen; una sociedad en la que es mayor negocio y prestigio defender a un delincuente que defender a un inocente; una sociedad en la que hoy puedes militar y defender a un partido político pero mañana cambias y lo haces con otro por conveniencia y sostenimiento; una sociedad en donde ser profesor o profesora es la opción “aunque sea”; etc.
Ante un futuro incierto para la juventud mexicana donde el trayecto de su vida laboral con salarios paupérrimos tendrá como reconocimiento al final un complicado sistema de ahorro para su retiro; un futuro donde las oportunidades de trabajo se han reducido cada día más; donde a pesar de cumplir con los requisitos que impone la ley en un proceso de selección para un empleo digno, éste se le otorga a quien presiona, hace huelga, cierra vialidades y agrede a la sociedad en su conjunto; donde el sector privado reduce cada vez más los espacios laborales, sus salarios y prestaciones, sometiendo a los jóvenes prácticamente a pagar por trabajar; donde después de muchos esfuerzos intelectuales y económicos realizados por obtener un título universitario, una vez egresados los jóvenes ingresan automáticamente a la lista de desempleados del Estado; etc.
"Me sorprendieron.”
Servando Gómez Martínez, alias "La Tuta"
Por favor, y ahora, ¿qué les decimos a nuestros hijos?
Qué les podemos decir ahora a nuestros hijos, cuando “los sorprendidos” somos nosotros, hombres y mujeres que realizábamos nuestras labores en pro de construir una sociedad de igualdad en derechos, de oportunidades para una vida digna, basada en valores de arraigo y tradición, impulsando la formación profesional de nuestros hijos basada en el esfuerzo, el trabajo, la dedicación y el amor a nuestra patria. Qué se les puede decir a nuestros hijos cuando los dedos de nuestras manos ahora ya resultan ser muchos para contar hombres y mujeres dignos de ejemplo a seguir, cuando por cada mexicano o mexicana dignos de ejemplo ya existen muchos ejemplos a no seguir, cuando inclusive, en muchas ocasiones, los pocos ejemplos dignos de hombres y mujeres son atacados, difamados, discriminados, sometidos, aislados, rebajados o limitados por la voraz intencionalidad del sistema corrupto que mantienen unos cuantos, como “castigo” por hacer sus labores y encargos de manera honesta y transparente. Cuántos maestros y maestras, empleados y empleadas, servidores públicos, investigadores y académicos, periodistas y muchas personas más, han sido sancionados o desaparecidos por no coincidir con los intereses del “sistema” o del “Estado”.
Qué se les puede decir a nuestros hijos cuando el cumplir con el pago de un trámite, una licencia, o pagar una infracción de tránsito, el pago de impuestos, una multa o recargo por atraso en el pago de servicios públicos te hace ver como un estúpido, pues ocupas parte de tu tiempo para ir a las oficinas de recaudación y te cuesta hasta diez veces más caro que el soborno o “mochada” a favor de servidores públicos corruptos.
"Si mi padre hubiera tenido la compañía estatal para poder realizar su carrera, para poder llevar a cabo sus estudios, mi padre seguramente sería una persona muy exitosa por su inteligencia, pero en áreas que aportarían al bien común".
Sebastián Marroquín Santos, hijo de Pablo Escobar Gaviria, uno de los Narcotraficantes más conocidos de América Latina.
Podremos señalar al “Estado” como el responsable de tanta corrupción e inestabilidad social; podremos criticar al “Sistema” por las decisiones erróneas que afectan la vida de los ciudadanos, mas sin embargo, ¿quién es el “Estado”?, ¿quién es el “Sistema”?.
La respuesta que he dado a mis hijos es NOSOTROS. No sólo son “ellos”, ni “aquellos”. También somos nosotros.
Mucho se pregona por parte de profesores y profesoras que es en el hogar donde se educa a los hijos y no en las escuelas, y mucho habrá de razón para semejante declaración,  pero entonces, esos profesores y profesoras también llevan al aula su propia educación recibida en sus hogares y de la mezcla de su propia formación ideológica de sus gremios sindicales que responden a intereses políticos y económicos por encima de su labor y vocación de enseñanza, mostrando como maestros a nuestros hijos que es con paros, huelgas, cierre de vialidades, grafiteando muros,  destruyendo edificios, que es mediante la presión y violencia como se obtienen privilegios económicos. También con el ejemplo de la sociedad en su conjunto se educa. No es sólo la educación que reciben miles de niños y jóvenes en su casa, es también la que recibieron miles de profesores y profesoras en las suyas.
Retomo un fragmento de Sebastián Marroquín Santos, hijo de Pablo Escobar Gaviria, que dice que “cuando el Estado no le da oportunidades a sus jóvenes, no les ofrece trabajo ni una educación digna, pues el narco sí lo hace".
Padre de familia, Profesor, Profesora, Servidor Público, Empresario, Empleado, Comerciante, Periodista, Transportista, sea cual fuere tu actividad y responsabilidad, necesitamos decirles a nuestros hijos que sigan creyendo en sus padres, que sigan creyendo en su familia, en sus maestros, en su sociedad, en sus empresas, en su gobierno, en muchas personas que al igual que nosotros, se preocupan y se ocupan por acompañarles y dejarles un mejor mañana, para ellos y sus hijos.
No abandonemos nuestros principios, no abandonemos las aulas, no abandonemos nuestra capacidad de trabajo y esfuerzo limpio, no abandonemos a nuestros niños y jóvenes. De seguirlo haciendo, el Narco, la tranza, las drogas, la prostitución, la corrupción, siempre tendrán espacios para ellos.
Retomando parte de la filosofía de vida de un gran hombre, luchador social michoacano, Julio Antonio Luna García (q.e.p.d.), es en la unión y el trabajo serio pero sobre todo responsable, respetando la diversidad de pensamiento, como se construyen desde el hogar y los salones de clase las nuevas generaciones de una Juventud sana de Clase Mundial.



domingo, 8 de marzo de 2015

...día internacional de la Mujer...

Quise iniciar con esta foto más que significativa publicada por https://lostinbergen.wordpress.com/ en su sección de Fotos de la Semana.
Tal vez un día como muchos otros del calendario para una gran parte de nuestra sociedad. Tal vez un día que sufre el ataque de empresas comerciales que hacen de un reconocimiento a la Mujer, un día de compra-venta como estrategia de comercio.
Nada que no pareciera "normal", pues lo mismo ha sucedido con el resto de conmemoraciones como el día del padre, o de la madre, o de los niños y niñas, o de los abuelos y tantas cosas más, que si bien provocan motivos de convivir, se han vuelto tan comerciales que se olvida en lo fundamental su significado.
Tampoco pretendería con el comentario anterior, caer en el "Buenrollismo" de que toda celebración es motivo de convivencia por sí misma, que no debe señalarse nada en contra de las compras y ventas de productos, que el propósito es dejarse llevar por la corriente socio-comercial y no decir nada.
Para nada. Esta Reflexión está dedicada especialmente a la Mujer.
A esa mujer que durante muchos años, siglos debería decir, ha transitado por escenarios de lucha desde los inicios de la humanidad, en todas las revoluciones y movimientos sociales, en cada espacio del planeta, ha realizado una labor persistente por lograr el reconocimiento a su capacidad, a su inteligencia, a su trabajo y muchas cualidades más, que dignifican la igualdad de género con el hombre.
Muchas cosas podría escribir como reseñas históricas de cómo surge el reconocimiento del Día Internacional de la Mujer, válidas todas, dado que incluso muchas mujeres no conocen esa parte de la historia tan importante que da origen a la celebración, mas sin embargo, sin demeritar la importancia de conocer la historia, mi dedicatoria y mi interés reflexivo se basa en mi propia experiencia de vida.
Escribir sobre esa mujer, que día a día ha luchado por un mejor mañana, por espacios dignos de cualquier ser humano, en el hogar, en el trabajo, en cualquier espacio de nuestra sociedad, de una manera digna y respetuosa.
Si bien es cierto que la lucha que mujeres con mucho valor emprendieron hace muchos siglos por lograr el reconocimiento de sus derechos, fue provocando que en las sociedades dominadas por el hombre, se cambiaran paradigmas fundamentales del rol de hombres y mujeres por el bien de una sociedad en igualdad de derechos.
Es cierto también que no todo lo realizado ha sido suficiente para cambiar los usos y costumbres que aún someten a muchas mujeres a condiciones de desventaja atropellando incluso su dignidad humana. Mujeres violentadas, masacradas, asesinadas o sometidas al capricho de muchos hombres, aún se describen y ocurren en muchas partes del mundo.
Celebrar el Día Internacional de la Mujer debe ser motivo para adentrarnos en el espacio de reconocer que tanto mujeres como hombres tenemos el derecho a llevar una vida digna, donde las oportunidades de desarrollo no sean mutiladas por leyes y normas que agreden la esencia humana, sobre todo de la mujer.
No sólo de mi padre aprendí principios y valores, también de mi madre. No sólo de mi padre aprendí a conducirme en la vida, pues mi madre acompañaba también mis pasos.
Contrario a lo que escucho de muchas mujeres, el machismo, desde mi particular entendimiento, no sólo surge del actuar y las enseñanzas de un padre, sino también surge al lado y aceptación de una madre. 
Cuántas historias conocemos día a día de mujeres que llevan a cabo esfuerzos enormes por cuidar de sus hijos, por mantener las mejores condiciones y oportunidades para su familia, por realizar todas y cada una de sus acciones con el propósito de ser mejores. La mujer del hogar, la mujer que estudia, la mujer que trabaja, la mujer que dirige empresas, instituciones y hasta los destinos de un país.
Y todo esto, en la mayoría de las ocasiones, bajo el esfuerzo de vencer el hostigamiento sexual, laboral, la violencia intrafamiliar y muchos otros escenarios provocados por la actitud de hombres que no pueden vencer el rechazo a la mujer que logra superarles.
"Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no le alumbre", pues si bien es cierto que los seres humanos, hombres o mujeres cometemos errores y aciertos, también es cierto que aún falta mucho por recorrer en el tema de reconocer la igualdad de derechos, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada hogar, en cada empleo.
No soy partidario político de ningún organismo, ni pretendo incidir en ninguna afinidad política de la mujer, pero creo importante señalar que en estos tiempos de decisiones importantes para la conformación de muchos gobiernos de nuestro país, ustedes, las mujeres, jueguen un papel definitivo y hagan uso de su capacidad de elección ganada con sangre hace muchos años, por lograr gobiernos en que las mujeres puedan finalmente decidir y gobernar en muchos lugares donde los hombres hemos sido los protagonistas, y puedan cambiar muchas de las condiciones adversas para su desarrollo. 
Este es su tiempo. No pueden las mujeres estar ahora, en contra de ustedes mismas. No pueden desacreditarse ustedes mismas.
La historia está en sus manos. Para pelear, con los hombres les basta.


jueves, 5 de marzo de 2015

...Carta de un Astrónomo enamorado...

Querida amiga:
Día a día, he dedicado el tiempo entero al estudio del movimiento y fenómenos de tu cuerpo celeste, especialmente de las características físicas de una estrella como tú.
Admito que durante algunos años luz, nunca cuestioné mi creencia de una visión geocéntrica de mi vida y mis relaciones, mas sin embargo, al conocerte he entendido el pensamiento sistémico y mi visión ahora es heliocéntrica, donde cual cuerpo rocoso carbonáceo, orbito alrededor tuyo.
Quisiera tener la suficiente masa para que mi gravedad pudiera superar las fuerzas de mi cuerpo rígido y asumir una forma en equilibrio hidrostático que llamara tu atención, pero sé que en el Big Bang no fui beneficiado para que eso sucediera.
Por una mirada tuya he intentado muchas cosas, he tratado de ser objeto exótico tal cual quásar, púlsar, radio galaxia y hasta estrella de neutrones, pero todo ha sido en vano y me he quedado tal cual agujero negro, sin poder escapar de mi destino.
Mi trayectoria diaria descrita bajo la influencia de la fuerza gravitatoria, a diario experimenta una seria perturbación como consecuencia de la atracción que ejerces sobre mí. Incluso he sentido que por momentos desaparezco, faltándome la luz del sol, debido a tu cuerpo eclipsante.
Y en todos estos periodos sidéreos de mi vida, he esperado con ansia el punto periastro entre nosotros para decirte lo que siento por ti, pero tu indiferencia hacia mí provoca un punto apoastro y reduces el problema de dos cuerpos a problema de un cuerpo equivalente; o incluso lo aumentas a problema de tres cuerpos muy complejo de resolver.
Quiero que sepas que tu cuerpo en mi universo me provoca una atracción que experimento a lo largo de la línea que une el centro de tu corazón y el mío, proporcional a la masa de tu escultural cuerpo y el mío, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre nuestros corazones.
Finalmente quiero decirte que desde mi nucleosíntesis primordial te he observado desde lejos, tal cual telescopio orbital Hubble, por tratar de eliminar los efectos de la turbulencia en mi atmósfera que me causa tu indiferencia; y así como algún día la astronomía y la astrología concurrieron pero fueron separadas por el racionalismo y la iglesia católica, tal vez tus satélites naturales y artificialescometas y tu familia de meteoroides nos separan cada día más.
Ahora entiendo que todo ha sido una confusión mía, pensando que tu cuerpo celeste era objeto astronómico, y no, es objeto simple. Por lo que desde ahora, me dedicaré a navegar por todas las galaxias, al descubrimiento de muchos más cuerpos celestes.
Aun así, te seré fiel hasta la Muerte térmica del Universo.


domingo, 1 de marzo de 2015

...la obediencia...

Un tema por demás complejo y delicado.
Hoy por la mañana escuchaba con atención a una mujer que regañaba a su pequeña hija, por las apariencias, no mayor de 7 años. La escena resultó de lo más contrastante con mis ideas y concepto de la educación en valores, pues la mujer insistía en que la niña hiciera exactamente lo que le pedía, comer una quesadilla, pues de no hacerlo la iba a regalar a un señor que vendía fruta junto al establecimiento de comida.
Por supuesto que la niña mostraba signos de no querer comer el alimento, o tal vez siendo un poco observador, no tenía hambre, más sin embargo la mujer no cesaba de insistir en que la niña debía hacer lo que se le ordenaba bajo la amenaza de regalarla a un desconocido. Incluso, la mujer llegó en varias ocasiones a expresarle a la niña, que todos los presentes la observábamos y que parecía una niña fea y berrinchuda, en lugar de ser una niña bonita y obediente.
¿Bonita y obediente? Parecieran ser cualidades intachables de cualquier persona que se somete y cumple las órdenes de cualquier autoridad ciegamente.
Por supuesto que la palabra Obedecer tiene un significado preciso, que dista en gran medida al que describen las múltiples Academias de lenguas o Diccionarios etimológicos y que se acerca mucho a lo que normalmente creemos que es "hacer caso a la fuerza".
Resulta por demás interesante Reflexionar sobre los supuestos que en nuestra vida ha tenido el significado de la palabra Obediencia, pues si bien es cierto que podría pasarme muchas horas escribiendo definiciones etimológicas, o bien, de buenos hábitos, o de la propia educación en valores, o la Religión, o cualquier marco jurídico de nuestras sociedades, la realidad es que el concepto preciso depende de las experiencias de vida de cada uno de nosotros.
Lo más increíble de este concepto, Obediencia, es que lo aprendimos de manera profunda desde los primeros años de nuestra vida. Lo primero que aprendimos en la infancia fue a Obedecer. En la casa, en la escuela, en la Iglesia, en cualquier lugar a donde nos llevaban nuestros padres, lo primero que se nos enseñó fue a obedecer.
 Me podrás decir que es resulta obvio este asunto de la obediencia, pues es la manera o código de convivencia en que nuestras sociedades están basadas, de lo contrario, significaría un caos total el que no hubiesen códigos de conducta basados en la obediencia de leyes y mandatos de la autoridad.
¿Recuerdas ese día que por primera vez llegamos a un centro escolar, a muy temprana edad, qué fue lo primero que nos enseñaron?
A OBEDECER! A obedecer porque sí, a obedecer a un completo extraño: un maestro.
Lo mismo sucedió al entrar por primera vez a una Iglesia, a un empleo, a un grupo sindical o deportivo.
Pudiera parecerte un pensamiento por demás lógico o incluso tendencioso de mi parte, pero piénsalo un poco más y te darás cuenta que el principio fundamental bajo el cual fuimos inducidos a cualquier círculo social, fue precisamente la obediencia.
¿Cuántas veces has escuchado decir que un niño es bonito y bien educado porque es muy obediente? ¿Cuántas veces has confirmado que a una persona adulta se le considera madura e inteligente, por el hecho de ser obediente?
Aún no me repongo de la escena de esta mañana en que la madre le decía a su pequeña hija que si no obedecía, entonces era fea, berrinchuda y que la regalaría con un desconocido. Más aún, me llenó de conflictos mi cabeza el pensar que eso mismo sucede en el ámbito familiar, laboral y social. En el hogar, no obedecer te puede aislar de la convivencia familiar, tus padres te pueden castigar, o le caes mal al esposo/a, al suegro/a, etc.; en la escuela, te reprueban, te castigan, te expulsan; en lo laboral, el patrón o representante sindical te someten a juicios de valor, bloquean tu desarrollo, limitan tus estímulos económicos, etc.; en a Iglesia ni se diga, te condenas al infierno, etc.
Por supuesto que desde la primeras líneas de esta Reflexión comenté que la obediencia era un tema complejo y delicado, pues en cualquier ámbito en que nosotros jugamos el rol de "autoridad", lo primero que exigimos a nuestros subordinados es obediencia.
Lo más irónico del tema, es que la palabra obedecer viene del latín y significa "saber escuchar" pero por supuesto, que existen tratados que establecen que obedecer es la acción de cumplir un mandato o una orden. Por lo mismo, dije que el significado preciso, y más importante, es el que tú le das a esta palabra, dados tus aprendizajes a lo largo de tu vida.
La página web www.solohijos.com publica el siguiente pensamiento: 
No obligues nunca a tu hijo a obedecer (a no ser que corra riesgo su bienestar físico). Media con él, ayúdale a tener un pensamiento crítico y que cuando te obedezca, sea por coherencia y prestigio.
Quizá yo agregaría, que lo mismo deberíamos hacer con nuestros alumnos, nuestros subordinados, nuestros representados, etc.
Te comparto unas líneas que me parecen idóneos para la Reflexión:
- Obedecer es aceptar y ejecutar, como decisiones propias, las indicaciones de quien tiene y ejerce la autoridad, siempre que no se oponga a la justicia.
Tomando en cuenta que: 
  • Aceptar, en la obediencia, es considerar como tuyas las decisiones de otro.
  • Autoridad es la persona puesta para mandar, ordenando los derechos de todos y procurando el bien de la sociedad o de las diversas sociedades a las que tú puedas estar incorporado.
  • Ejecutar es hacer con prontitud lo que te mandan, poniendo interés por interpretar bien la voluntad del que manda.    
  • La autoridad, si como humana que es, se sobrepasa en sus facultades, no debe ser obedecida en sus abusos o errores.    
  • La obediencia no se opone a la libertad. Es verdad que el que  obedece se somete a la voluntad de otro. Pero lo hace en virtud de una decisión libre, motivada por unos valores superiores.