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domingo, 15 de marzo de 2015

...y ahora, ¿qué les digo a mis hijos?

"El Estado tiene una enorme responsabilidad en la contención de sus ciudadanos, en la educación, en la falta de oportunidades que todavía persisten, y cuando el Estado no le da oportunidades a sus jóvenes, no les ofrece trabajo ni una educación digna, pues el narco sí lo hace".
Sebastián Marroquín Santos, hijo de Pablo Escobar Gaviria, uno de los Narcotraficantes más conocidos de América Latina.
Y ahora, ¿qué les decimos a nuestros hijos?
Somos padres de dos jóvenes, un varón que está por concluir su formación de médico cirujano y partero, y una joven, que está en el cuarto año en la Facultad de Derecho. Ambos, bajo nuestra responsabilidad siempre cuidadosa de impulsar su desarrollo humano y profesional, honesta y bajo el principio de ayudar siempre a los demás, en la creencia de un mejor país para todos. Al menos así fueron las enseñanzas que recibimos de nuestros padres y abuelos.
La tarea de formar a nuestros hijos como ciudadanos honestos y trabajadores resultó sencilla mientras fueron pequeños, pues aprendían de nuestras enseñanzas y ejemplos, así como de los abuelos, la familia y sus profesores. Los tiempos fueron cambiando, nuestros hijos creciendo y la tarea de educarles ya no ha sido fácil. Tenemos muchos factores en contra. Ante escenarios sociales tan complejos de marchas, plantones, violencia, muertes, desapariciones, grupos de autodefensa y muchos más por muchos años, ha sido muy difícil el tratar de llevar un diálogo con nuestros hijos que conduzca a la razón de que el trabajo, la preparación profesional, la dedicación, la limpieza y la honestidad son algunos elementos que distinguen a los buenos ciudadanos.
"El que paga manda. Y si se equivoca, vuelve a mandar.”
Frase popular utilizada por algunos funcionarios públicos.
Ha sido muy difícil educar en valores luchando todos los días en contra de las vicisitudes personales, las diferencias de pareja y familiares, de las evidentes prácticas de corrupción del sistema social tradicional, de policías corruptos que lo único que hacen es extorsionar a la ciudadanía que lo permite; maestros que piden dinero o servicios sexuales a cambio de una calificación aprobatoria; funcionarios públicos que otorgan espacios laborales de base y prestaciones a familiares y amigos y que desvían recursos públicos para su beneficio propio; de políticos sin una formación profesional que se reparten los espacios políticos y se exhiben con sus familias en los medios de comunicación con fortunas y poder; líderes sindicales que aprovechan su representación y la complacencia de los gobiernos para enriquecerse y repartir espacios laborales al mejor postor o conveniencia; de líderes de grupos de autodefensa al margen de la ley que, incluso, saliendo de la cárcel se les trata como héroes y hasta se les ofrecen puestos políticos; deportistas y actrices mostrando su registro político sin ni siquiera haber sido sometidos a un “examen de confianza”; funcionarios públicos que desaparecen estudiantes, que someten, denigran o dejan sin empleo a personas por el simple hecho de pensar y opinar diferente; maestros que abandonan las aulas y que castigan con reprobación cualquier señalamiento de un estudiante o padre de familia ante las autoridades; jueces y magistrados de la corte impuestos por un poder supremo y que dictan resoluciones a favor del agresor dando una lección a todos los agredidos a cerrar la boca; etc.
"Ya sé que no aplauden.”
Enrique Peña Nieto, Presidente de México.
 Y ahora, ¿qué les decimos a nuestros hijos?
 Ante una sociedad que ha perdido el respeto por sus instituciones, por sus autoridades, por sus Leyes; una sociedad basada en el paradigma de que “el que no tranza, no avanza”; una sociedad clientelar donde lo fundamental es ser familiar o pertenecer a los grupos hegemónicos en el poder o tener nexos políticos con el Directivo, funcionario público, diputado, senador o líder sindical para obtener empleos bien remunerados sin una formación profesional; una sociedad donde se privilegia el glamour y los excesos de poder que otorga la impunidad de la delincuencia organizada; una sociedad donde han desaparecido los perfiles profesionales y la capacidad comprobada para ejercer una profesión o la función pública y la administración de recursos; una sociedad en la que se puede ser narcotraficante, extorsionador, violador, delincuente, Directivo, Gobernador o Presidente corrupto, y no existan o no se apliquen leyes que te castiguen; una sociedad en la que es mayor negocio y prestigio defender a un delincuente que defender a un inocente; una sociedad en la que hoy puedes militar y defender a un partido político pero mañana cambias y lo haces con otro por conveniencia y sostenimiento; una sociedad en donde ser profesor o profesora es la opción “aunque sea”; etc.
Ante un futuro incierto para la juventud mexicana donde el trayecto de su vida laboral con salarios paupérrimos tendrá como reconocimiento al final un complicado sistema de ahorro para su retiro; un futuro donde las oportunidades de trabajo se han reducido cada día más; donde a pesar de cumplir con los requisitos que impone la ley en un proceso de selección para un empleo digno, éste se le otorga a quien presiona, hace huelga, cierra vialidades y agrede a la sociedad en su conjunto; donde el sector privado reduce cada vez más los espacios laborales, sus salarios y prestaciones, sometiendo a los jóvenes prácticamente a pagar por trabajar; donde después de muchos esfuerzos intelectuales y económicos realizados por obtener un título universitario, una vez egresados los jóvenes ingresan automáticamente a la lista de desempleados del Estado; etc.
"Me sorprendieron.”
Servando Gómez Martínez, alias "La Tuta"
Por favor, y ahora, ¿qué les decimos a nuestros hijos?
Qué les podemos decir ahora a nuestros hijos, cuando “los sorprendidos” somos nosotros, hombres y mujeres que realizábamos nuestras labores en pro de construir una sociedad de igualdad en derechos, de oportunidades para una vida digna, basada en valores de arraigo y tradición, impulsando la formación profesional de nuestros hijos basada en el esfuerzo, el trabajo, la dedicación y el amor a nuestra patria. Qué se les puede decir a nuestros hijos cuando los dedos de nuestras manos ahora ya resultan ser muchos para contar hombres y mujeres dignos de ejemplo a seguir, cuando por cada mexicano o mexicana dignos de ejemplo ya existen muchos ejemplos a no seguir, cuando inclusive, en muchas ocasiones, los pocos ejemplos dignos de hombres y mujeres son atacados, difamados, discriminados, sometidos, aislados, rebajados o limitados por la voraz intencionalidad del sistema corrupto que mantienen unos cuantos, como “castigo” por hacer sus labores y encargos de manera honesta y transparente. Cuántos maestros y maestras, empleados y empleadas, servidores públicos, investigadores y académicos, periodistas y muchas personas más, han sido sancionados o desaparecidos por no coincidir con los intereses del “sistema” o del “Estado”.
Qué se les puede decir a nuestros hijos cuando el cumplir con el pago de un trámite, una licencia, o pagar una infracción de tránsito, el pago de impuestos, una multa o recargo por atraso en el pago de servicios públicos te hace ver como un estúpido, pues ocupas parte de tu tiempo para ir a las oficinas de recaudación y te cuesta hasta diez veces más caro que el soborno o “mochada” a favor de servidores públicos corruptos.
"Si mi padre hubiera tenido la compañía estatal para poder realizar su carrera, para poder llevar a cabo sus estudios, mi padre seguramente sería una persona muy exitosa por su inteligencia, pero en áreas que aportarían al bien común".
Sebastián Marroquín Santos, hijo de Pablo Escobar Gaviria, uno de los Narcotraficantes más conocidos de América Latina.
Podremos señalar al “Estado” como el responsable de tanta corrupción e inestabilidad social; podremos criticar al “Sistema” por las decisiones erróneas que afectan la vida de los ciudadanos, mas sin embargo, ¿quién es el “Estado”?, ¿quién es el “Sistema”?.
La respuesta que he dado a mis hijos es NOSOTROS. No sólo son “ellos”, ni “aquellos”. También somos nosotros.
Mucho se pregona por parte de profesores y profesoras que es en el hogar donde se educa a los hijos y no en las escuelas, y mucho habrá de razón para semejante declaración,  pero entonces, esos profesores y profesoras también llevan al aula su propia educación recibida en sus hogares y de la mezcla de su propia formación ideológica de sus gremios sindicales que responden a intereses políticos y económicos por encima de su labor y vocación de enseñanza, mostrando como maestros a nuestros hijos que es con paros, huelgas, cierre de vialidades, grafiteando muros,  destruyendo edificios, que es mediante la presión y violencia como se obtienen privilegios económicos. También con el ejemplo de la sociedad en su conjunto se educa. No es sólo la educación que reciben miles de niños y jóvenes en su casa, es también la que recibieron miles de profesores y profesoras en las suyas.
Retomo un fragmento de Sebastián Marroquín Santos, hijo de Pablo Escobar Gaviria, que dice que “cuando el Estado no le da oportunidades a sus jóvenes, no les ofrece trabajo ni una educación digna, pues el narco sí lo hace".
Padre de familia, Profesor, Profesora, Servidor Público, Empresario, Empleado, Comerciante, Periodista, Transportista, sea cual fuere tu actividad y responsabilidad, necesitamos decirles a nuestros hijos que sigan creyendo en sus padres, que sigan creyendo en su familia, en sus maestros, en su sociedad, en sus empresas, en su gobierno, en muchas personas que al igual que nosotros, se preocupan y se ocupan por acompañarles y dejarles un mejor mañana, para ellos y sus hijos.
No abandonemos nuestros principios, no abandonemos las aulas, no abandonemos nuestra capacidad de trabajo y esfuerzo limpio, no abandonemos a nuestros niños y jóvenes. De seguirlo haciendo, el Narco, la tranza, las drogas, la prostitución, la corrupción, siempre tendrán espacios para ellos.
Retomando parte de la filosofía de vida de un gran hombre, luchador social michoacano, Julio Antonio Luna García (q.e.p.d.), es en la unión y el trabajo serio pero sobre todo responsable, respetando la diversidad de pensamiento, como se construyen desde el hogar y los salones de clase las nuevas generaciones de una Juventud sana de Clase Mundial.



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