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domingo, 25 de enero de 2015

...¿malos entendidos?...

Perdón por la imagen, pero no encontré mejor forma de ilustrar lo que sucede cuando surge un “mal entendido” (literalmente)..
 
Si bien es cierto que todo lo que nos ocurre en la vida está en función de nuestra capacidad y habilidad de construir el presente y futuro que deseamos, siempre existen circunstancias o variables que escapan de nuestras manos y decisiones. Y una variable muy difícil de controlar y que influye grandemente en nuestra vida, la constituye las acciones y decisiones de las personas a nuestro alrededor, en lo laboral, en lo político, en lo económico, pero especialmente, en lo moral y espiritual que tiene que ver con aquellas personas a las que queremos.
 
Creer en un “te quiero”, en un “yo te apoyo”, o en un “estoy contigo”, significa anclar parte de nuestros propósitos y proyectos personales en una base de confianza y seguridad sobre la cual vamos edificando día a día muros, peldaños y bases que consideramos sólidas en el paso del tiempo. Pero, ¿qué sucede cuando en el paso del tiempo y del esfuerzo de edificar ese proyecto que tanto anhelamos, nos damos cuenta que esa confianza de creer en las personas y en sus expresiones, ha sido un “mal entendido”?
 
Pareciera que se derrumbara todo, pareciera que ante nuestros ojos se viniera abajo toda esa construcción que considerábamos sólida, que poseía cimientos firmes.
¿Cuántas veces hemos realizado esfuerzos importantes por cumplir con los propósitos de un proyecto laboral, familiar, de pareja, y de la noche a la mañana cambian las circunstancias, se abandonan los trabajos, se abandonan las familias o a la pareja, bajo el simple comentario de “sólo fue un mal entendido”?.
 
Es muy cierto que yo soy responsable de lo que digo, más no soy responsable de lo que tú interpretes, de ahí la importancia de que exista de una comunicación realmente efectiva, donde el diálogo no permita los “malos entendidos”, donde las cosas puedan ser lo más claro para que las personas entendamos los propósitos y el rumbo de las cosas.
 
No es fácil, pues en la actualidad, nuestro cerebro se ha adaptado cada vez más a desconfiar de las personas y de su decir o actuar. Un “mal entendido” es una buena excusa para ocultar la verdad.
 
“Ya no creo en las personas, los políticos mienten, los líderes mienten, mi papá, mi mamá, mi pareja miente, los hombres son todos unos mentirosos, las mujeres también, etc…”.
 
¿Un buen pretexto para ocultar la verdad? Dí que sólo fue un “mal entendido”.


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