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domingo, 8 de junio de 2014

Decálogo de personalidades...

Para todas y todos los que hemos tenido la oportunidad de convertirnos en padres, sabemos que el viaje que emprendemos junto a nuestras hijas e hijos es fascinante y en muchas ocasiones, desesperante, difícil.

A nadie nos enseñan a ser padres. La vida misma se va haciendo cargo de ello a través de la convivencia diaria, de los escenarios que vamos descubriendo y del trabajo que vamos desarrollando. Pero sobre todo, de la maduración que vamos adquiriendo con el paso del mismo tiempo.

Nuestro carácter y temperamento se va "puliendo". En Promedio, lo que en nuestros años "jóvenes" (de los veintes.), teniendo a nuestros hijos en los años de infancia,  todo resulta como la película del Rey León, la Mamá y el Papá que todo deciden y los hijos sólo aprenden y observan.

Empiezan nuestros años "adultos" (de los treintas..), y ya nuestros hijos empiezan a llegar a la etapa de la adolescencia, la cosa cambia radicalmente. Los hijos comienzan a experimentar cambios físicos, empiezan a construir parte de su identidad, quieren ser adultos de la mano de papá o mamá, es cuando más enamorados están las hijas del papá y los hijos de la mamá. Y nosotros? También nos vamos transformando en lo que es la vida adulta.

Transcurren los años "maduros" (de los cuarenta..), y nuestros hijos se convierten en todos unos jóvenes (inicios de sus veintes..) con ganas de empezar a experimentar todo, su libertad, sus decisiones, su gustos y virtudes. Los problemas de comunicación aparecen y en muchas ocasiones, pareciera que hablamos idiomas muy diferentes. Por supuesto que nosotros, los padres, nos sentimos los poseedores de la verdad y de la experiencia, algunas veces queriendo volar y otras veces, estrellándonos.

Llegamos a los años "dorados" (de los cincuentas...), y, ¿nuestros hijos? Buena pregunta... Seguramente están donde nosotros empezamos, atendiendo sus propios proyectos de vida, de trabajo, de estudio, tal vez su propia familia, tal vez sus propios hijos.

Seguramente, en este "corto" periodo de años, podamos pensar en tantas cosas que cambian. Hasta podríamos hacer un Decálogo de personalidades, pero, ¿Que cosa hay que no cambia?

El cariño, el amor y el apoyo que los padres siempre tendremos para nuestros hijos.


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