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domingo, 8 de febrero de 2015

...¿águila o sol?...

Qué difícil pareciera la vida cuando enfrentamos problemas o sensaciones de insatisfacción o turbulencia y requerimos tomar una decisión. Empezamos a pensar en el problema y todas las situaciones que le rodean, realizamos una especie de evaluación y comenzamos a darle vueltas y vueltas al asunto sin poder decidir qué hacer al respecto tan fácilmente.
 
Desde situaciones que bien pudieran parecer triviales, hasta las más complejas que podamos imaginar. A manera de ejemplo, para algunas personas llega a ser un verdadero dilema elegir la ropa que se pondrán por la mañana, los zapatos, la bolsa, el color de maquillaje, o decisiones complejas como puede ser el dejar un empleo o una relación amorosa que ha resultado insatisfactoria.
 
Muchas personas nos hemos llegado a cuestionar el por qué en otros tiempos, tal vez algunos años atrás, no nos costaba tanto trabajo o tiempo el tomar decisiones.
 
Quien no recuerda esos tiempos de niños o adolescentes en que muchas de las cosas que deseábamos hacer, o en conjunto con nuestros amigos, se decidían mediante un simple "volado", lanzando una moneda y según lo que cayera "águila o sol" era la decisión que tomábamos, o mediante el uso de la fórmula mágica del "piedra, papel o tijera".
 
Incluso, una vez que tomábamos la decisión mediante "fórmulas mágicas" del azar, no volvíamos a discutir si la decisión fue buena o mala, simplemente seguíamos de frente en la vida.
 
¿Y ahora? Pareciera que hasta la más mínima decisión que llegamos a enfrentar la analizamos tan escrupulosamente como si fuera de vida o muerte. Como si nuestro interior hubiera sido reprogramado, como si hubiésemos sido parte de una cirugía en la que nos mutilaron esa facilidad de decidir.
 
Podemos decir muchas cosas, que tal vez es nuestra inseguridad, o tal vez que nos volvimos (o nos volvieron) dependientes de las demás personas o de los recursos materiales, o tal vez que es el producto de las responsabilidades familiares o económicas que ahora tenemos o hasta el resultado de los conceptos filosóficos de una religión o creencias culturales.
 
Habrá hasta quienes aseguren que es porque nos hemos vuelto "adultos".
 
Pero pareciera que hoy en día, hasta para tomar la decisión de qué película podemos entrar a ver al cine, o que tipo de comida vamos a preparar en domingo, o a qué lugar queremos ir a pasear, etc., fuera algo muy complicado.
 
Es cierto que con un "volado" o un "piedra, papel o tijera" no puedes decidir si te sometes a una cirugía o no. Para eso, y algunas cosas más, se requiere estar mayormente informado de los riesgos y consecuencias.
 
Pero sí creo que en ocasiones, las decisiones simples o sencillas pueden ser tomadas con mayor soltura y menos rigor de lo que actualmente las tomamos.
 
 
 

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