ThingLink

domingo, 11 de mayo de 2014

Día de la Madre.

Mamá:

La primer palabra que aprendí por el simple hecho de tus cariños y cuidados. Desde tu vientre te escuché, te sentí, me alimentaste y cuidaste de mi. Fueron meses de amor y cuidados que prepararon la culminación de un proceso natural que juntos logramos.

Así inició la aventura maravillosa de nuestras vidas, llevándome de tu mano, cuidando de mí en todo momento, siempre pendiente de mis sueños, mi desarrollo, mis tropiezos y mis logros.

Lograste convertir la mística en realidad, pues al igual que el hijo de Dios, yo también fui engendrado, no creado, gracias a ti, a tu amor por mi.

Tus años de Mamá, han sido muchos años de desvelos, de trabajo, de preocupaciones y alegrías por verme convertido en lo que siempre has soñado: en una persona de bien, para con Dios y mis semejantes.

De ti aprendí lo más importante de esta vida, más por tu ejemplo que por tus palabras. Aprendizajes simples pero que guardan todo el valor universal del bien ser: Me enseñaste a compartir las cosas, a ser limpio, a regresar las cosas a donde las tomé, a que un vaso de leche tibia y unas galletas ayudan a bien dormir, a amarrar mis agujetas para no tropezar en la vida, a agradecer a Dios y a todas las personas los dones que la vida me da, a siempre preparar mis cosas para un mejor mañana, a siempre realizar mi mejor esfuerzo por lograr un propósito y muchas, muchas cosas más.

Seguro estoy que en mi infancia tus consejos fueron mis mejores herramientas para aprender, como también estoy convencido que en mi adolescencia y juventud, en ocasiones tu silencio fue mi oportunidad de aprender a tomar mis decisiones, valerme por mi mismo y hacerme responsable de mis propios actos.

Ahora entiendo el por qué la mujer que se convierte en Mamá, no vuelve a dormir nunca más sin preocupaciones, pues siempre estas pendiente de mi, siempre.

Durante estos años de mi vida, en ocasiones has jugado a ser mi amiga, en otros momentos mi cómplice, muchas veces mi confidente, pero siempre, siempre sin perder el lugar que te pertenece: mi Madre.

No solamente me enseñaste con tu alegría y esfuerzo que la vida puede ser un paraíso, también aprendí de ti por tus problemas, tus tristezas, tus humillaciones, tus enfermedades y tropiezos, que la vida nos pone a prueba, y que por más doloroso que parezca, debemos enfrentar con valor las circunstancias que nos dañan, para construir un mejor mañana. 

Mamá: Te pienso, luego existo.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario