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domingo, 16 de febrero de 2014

..soy inocente..

¿Cuántas veces nos hemos sentido agredidos por las circunstancias de la vida?
 
¿Cuántas veces adoptamos una actitud de víctimas y nos mostramos afectados por todo lo que sucede?
 
En los momentos difíciles de nuestra vida, cuando todo parece que se vuelve en nuestra contra, es muy común adoptar ciertas actitudes que parecieran "normales" de sentirnos víctimas de las circunstancias y de las personas relacionadas con los conflictos que enfrentamos.
 
¿Cuántas veces nos hemos sentido "atrapados" de las circunstancias y sin capacidad para lograr cambios que nos ayuden a obtener resultados diferentes?
 
Ante tales escenarios, es muy común que adoptemos una actitud de víctimas en donde la responsabilidad de los actos que nos afectan es de otras personas, no de nosotros.  En este sentido, es muy común caer en una especie de círculo vicioso de donde es muy difícil salir sin intentar cambiar alguno de sus factores.
 
En su libro, De Víctima a Protagonista (1), Hugo José Landolfi, establece cuatro factores que componen el círculo vicioso: al pensarnos inocentes de lo que sucede, asumimos que la responsabilidad es de alguien más, por lo tanto nos provoca sentimientos de impotencia que nos hace sentirnos víctimas, por lo tanto, nos creemos inocentes.. y se repite el ciclo..
 
Las personas que asumimos un rol de víctimas vivimos bajo la creencia de que la vida es como nosotros "la vemos", adoptamos posturas y actitudes de "tener la razón" y vivimos en el paradigma de "es que así debe ser". Desafortunadamente llegamos a convertimos en personas altamente reactivas y especialistas en "juicios de valor", emocionalmente muy fluctuantes y nocivas, sin darnos cuenta de ello.
 
Los japoneses tienen un maravilloso dicho: "Un defecto es un tesoro". Pero, tanto en nuestros hogares como en nuestras escuelas, nos han enseñado todo lo contrario: un defecto y un error es algo que debemos esconder. De tanto castigarnos por nuestros errores, se ha generado en nosotros un reflejo condicionado al mejor estilo pavloviano, que automáticamente produce que busquemos siempre la inocencia para no ser castigados por nuestros errores y tropiezos.
 
Robert Dilts, en su Libro "Cómo cambiar creencias con la Programación Neurolingüística"(2), establece que "Las creencias son una fuerza muy poderosa dentro de nuestra conducta. Es bien sabido que si alguien realmente cree que puede hacer algo, lo hará, y si cree que es imposible hacerlo, ningún esfuerzo por grande que éste sea logrará convencerlo de que se puede realizar."
 
No hay pretexto para sentirnos víctimas de una situación que está en nuestras manos cambiar. Por supuesto que no hay varitas mágicas que resuelvan nuestros entornos de trabajo, personales, familiares, profesionales, etc., pero en la medida de aprovechar nuestros recursos internos, la experiencia y saberes adquiridos, una visión positiva de la vida, y por sobre todo, tomar el timón de nuestra propia vida, es como romperemos ese círculo vicioso de ser víctimas.
 
 
"Tan pronto como asumas que algo es posible,
te esforzarás al máximo y encontrarás
las herramientas y las habilidades necesarias
para lograr que suceda."
Richard Bandler
 
 

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