Nuestra vida está llena de situaciones en las que la "evaluación" que se hace de nuestra persona o nuestras acciones, se lleva a cabo de acuerdo a patrones erróneos que nos marcan para siempre.
¿Cuántas veces has escuchado frases como "..es un mediocre, nunca tendrá éxito en los negocios", o "cuánta razón tenían mis amigos, es una mediocre" ?
Chispas.. Podríamos hacer todo un tratado etimológico del significado de la palabra -mediocre-, pero en esta ocasión, la intención de compartir este tema, es sobre todo, no debatir sobre el significado en sí, sino de hacer una puntual Reflexión sobre el impacto que causa el desmedido uso social de esta palabra, en uno de los aspectos más sublimes de nuestra estructura de pensamiento: Nuestra identidad.
Pero bueno, empecemos por describir el origen de la palabra. La palabra -mediocre- viene del latín mediocris, que se considera por varios autores, un compuesto de -medius- (medio, intermedio, central), y -ocris- una palabra arcaica que significa montaña o peñasco escarpado. Por lo que, mediocris, significaría en origen, -a media montaña-, -a media altura-. Con el devenir del tiempo, esta palabra adquiere el sentido de algo pobre e insuficiente, que no sobresale o de escaso mérito. (1)
¿Qué curioso, no crees? una palabra que en sus orígenes describe una situación de "medianidad", en el paso del tiempo se transforma, según el Diccionario de la Real Academia Española, en algo "De calidad media" o "De poco mérito, tirando a malo." (2)
Sin tratar de parecer lo que no, me llama la atención cómo la Real Academia Española incorpora palabras claves como "Calidad media" o "tirando a malo", tal vez por la transformación que se produce por etimologías populares.
Después de hacer honor al debate por el origen de la palabra y su transformación en el tiempo, entramos en materia de esta semana para Reflexión-Arte, el uso que damos a las palabras y su impacto en nuestra identidad.
¿Te has puesto a pensar por un instante lo que provoca en una persona el que le digas "eres un mediocre"? Mmmmmmm, ¿ya?, pues piénsalo una vez más.
Te invito a que juntos hagamos un ejercicio.
Pensemos por un momento, que entras a la habitación de tu hijo y encuentras que está desordenada, que hay galletas tiradas en la cama, sus calcetines tirados, los zapatos fuera de su lugar y la ropa por donde quiera. La reacción inmediata que te provoca, seguramente, es de molestia y empiezas por decirle a tu hijo: "eres un desordenado, mira nadamás que cuarto tienes, todo tirado, ponte a recoger todo!".
¿En verdad tu hijo es "un desordenado", o ES su habitación la que ESTA desordenada?
Es muy importante que pensemos en lo anterior, pues normalmente cometemos el error de "calificar" a una persona y provocar un problema con su identidad, cuando lo que queremos expresar, esta en relación a las circunstancias que le rodean.
Quizá el ejercicio anterior, después de entrar a la habitación y observar el desorden, digamos: "hijo, tu cuarto esta en desorden y no creo que sea correcto. Yo sé que eres una persona muy inteligente, que le gusta divertirse y en ocasiones no te das el tiempo para ordenar tus cosas. Me gustaría que ordenes tu habitación."
La diferencia más importante no está, del todo, en cómo le digamos las cosas a las personas, sino en poner atención a no "atacar" su nivel de identidad, pues una persona que frecuentemente es bombardeada con calificativos negativos al nivel de su identidad, termina creyéndose esos calificativos.
Por lo que te invito a que Reflexionemos sobre el uso desmedido de calificativos negativos al nivel de identidad de las personas, y podamos contextualizar nuestras opiniones sobre los procesos, las tareas o acciones que deben ser mejoradas.
Existe una herramienta muy poderosa desarrollada por Robert Dilts, en el campo de la Programación Neurolingüística, denominada Niveles Neurológicos, la cual explica la forma de estructurar los procesos mentales. Por lo que te invito a que te puedas dar la oportunidad de su lectura. (3)
Como una Reflexión personal sobre la mediocridad, te comparto mi definición:
"El ser mediocre en la vida, no está en función de los pocos o muchos saberes que acumulemos, ni tampoco de los pocos o muchos éxitos que alcancemos; depende de la actitud con la que enfrentemos nuestros retos diarios durante nuestra vida.."
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