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domingo, 6 de abril de 2014

El velorio de Esperanza....

¿Alguna vez te ha sucedido que insistes en algo que a todas luces indica que no sucederá?

¿De plano seremos hijos de la mala vida que donde nos tratan mal, ahí nos quedamos?

Como dicen los expertos, ¿será culpa de nuestra baja autoestima?


¿Que pensarías de una persona que en un día de mucho calor, con un cielo despejado, en pleno verano, sale a la calle con su impermeable y sus botas puestas pues tiene la esperanza que llueva? Yo pensaría que esa persona esta loca. Si. ¿A quién se le ocurre que en pleno verano pueda llover?

Conozco varias personas que han gastado mucho dinero durante años comprando billetes de lotería o los famosos "Melate", o que semana a semana visitan los casinos de juego, pues piensan que algún día serán ganadores.

¿Y en el amor? Pareciera que se cumple cabalmente esa cadena de que, a quien quieres no te puede querer, pues quiere a otra persona.

Más sin embargo, siempre terminamos diciendo: La esperanza muere al último.

Durante estos últimos meses hemos reflexionado sobre temas como la actitud positiva, la importancia de elevar nuestra autoestima, de saber tomar mejores decisiones, etc., pero creo que también es igual de importante reflexionar sobre aprender a enfrentar el hecho de que algunas cosas no pueden o no podrán suceder y debemos establecer algún mecanismo que nos ayude a resolver ese enigma de vivir con la esperanza de que sucedan.

La palabra esperanza significa Esperar. Cuando tenemos la esperanza de que alguien vendrá, la esperamos. Cuando no llega, la esperanza se termina.

Hay muchas historias y películas cautivadoras de personas que han vivido la esperanza por muchos años de que algún día regrese alguna persona, o de animales que esperan a que su dueño regrese algún día, o canciones como Penélope de Joan Manuel Serrat, que hablan del valor de vida que se le llega a dar a esa simple palabra: Esperanza.

Pero, la renovación de nuestro interior, de nuestra propia persona, comienza en el momento de aceptar que quizá esa persona a la que esperas, no vendrá pues tiene algo más importante para su vida que hacer, con quien estar, con quien convivir. Debemos empezar por aprender a respetarnos a nosotros mismos y perder ese miedo a la soledad, ese temor de no encontrar a alguien más con quien compartir lo que somos, lo que tenemos.

Es muy difícil aceptar algunas circunstancias que no podemos cambiar y debemos aprender a desprendernos de lo que un día anhelamos.

La espera provoca odio y frustración, sobre todo cuando sabes que la persona a quien has esperado jamás haría algo similar por ti.


Tarde que temprano, es necesario asistir al Velorio de Esperanza.

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